Con algunos de mis primos sentada sobre el capó de un Renault 12. Fila superior tercera por la izquierda
Como en estos momentos de coronacrisis cuesta mirar hacia el futuro porque no hay una cotidianidad familiar que sujete nuestros sueños, miro hacia el pasado. A algunas de vosotras os ha echo gracia la bronca que me echó mi padre por subrayar la Gran Enciclopedia Larousse aunque yo lo hiciera por la ilustre causa de conocer todas las palabras del diccionario (historia del post anterior). Pues bien, no fue la única trifulca. Recuerdo otras ocasiones en las que mi interpretación de la realidad no coincidió con la de mi padre.
Creciendo juntos y libres en Morriña
La colecta trasnochada de domund
Me estoy acordando de aquella ocasión en la que mis primas y yo, que pasábamos unos días en casa de mi abuela, en la aldea de Morriña, decidimos aprovechar una caja de sobres excedentes de la colecta del domund para hacer nuestra propia cuestación. Según se nos ocurrió la idea, comenzamos a relamernos imaginando todo lo que podríamos comprarnos. Los sobres excedentes del domund provenían de la parroquia de mi tío cura, hay que recordar que a mediados de los ochenta no había contenedores para reciclar papel, y decidió traerlos a casa.
Con amigos y primos el día de mi Primera Comunión en Morriña
Así que en agosto cogimos aquellos sobres con fecha de octubre y las bicicletas y fuimos con nuestros ligeros nueve años por las aldeas colindantes puerta a puerta dejando el sobre y pidiéndole comprensivamente a los vecinos que cada uno aportara según sus voluntad, que volveríamos al día siguiente a recogerlo. Cumplimos lo prometido y recaudamos una cantidad que he olvidado pero que podemos cifrar en 2000 pesetas. Mis primas y yo estábamos felices pensando que además de las cintas para la máquina de escribir de mi abuelo con la que escribíamos canciones y un guión de cine todavía inédito, podríamos comprar golosinas y ahorrar.
Tarde de teatro y juegos con vestidos elegantes
Qué vergüenza
Y tan contentas estábamos con nuestra gran idea y con los resultados obtenidos, que decidí contárselo a mi padre cuando una tarde se acercó a hacernos una visita. En aquel momento no entendí el enfado, con el tiempo me parece la reacción más lógica. Mi padre nos obligó a llevar el dinero recaudado a la iglesia al domingo siguiente y a explicarle al cura nuestra ruinosa empresa. Ese momento, en la sacristía, fue uno de los momentos de mayor vergüenza de mi vida.
A los ocho, y nueve años, mi madre solía decirme que tenía ideas peregrinas, una expresión que me frustraba y con la que no me sentía justamente representada. Ahora empiezo a valorar aquellas experiencias desde diferentes perspectivas. La colecta trasnochada de domund tiene ciertas reminiscencias con la picaresca española del siglo de Oro y con sus ingeniosos protagonistas. Lázaro de Tormes hubiera estado orgulloso de nosotras.
Una buena amiga me ha hecho recordar una anécdota muy apropiada para la semana del libro, para Sant Jordi. Cuando era pequeña quería aprender todas las palabras. Uno de mis momentos preferidos era cuando no entendía una palabra pronunciada por mi madre o impresa en el periódico olvidado por mi padre en el sofá. Entonces me acercaba a la enciclopedia Larousse que estaba compuesta por doce tomos y buscaba por orden alfabético la palabra que no entendía.
Cada vez que abría uno de aquellos tomos me sorprendía el minúsculo tipo de letra que tenía y la diferente longitud de sus entradas. Recuerdo que había palabras que ocupaban dos o tres páginas a pesar de tener aquella microscópica letra y que algunas de ellas tenían fotografías ilustrativas. Con este método conocí la polisemia: algunas palabras poseían más de un significado y el diccionario se fijaba en cada uno de ellos otorgándoles un número, como en las colas del supermercado.
Colección Gran Enciclopedia
Se me ocurrió subrayar con un rotulador fosforito (término ochentero) todas las palabras consultadas. De esta manera, además, podría comprobar mi memoria si consultaba dos veces la misma palabra. Mi intención era clara: que el amarillo fluorescente fuera el color de las páginas de los doce tomos del gran diccionario Larousse puesto que quería aprender todo el vocabulario. Pero un buen día, mi padre, que debió de tener una duda coincidente con la mía, descubrió mi método de aprendizaje y se enfadó por aquel acto de vandalismo intelectual. Se trata de una de las broncas de mi infancia que más nítidamente recuerdo.
Uno de los tomos de la Enciclopedia
Por aquellos años ochenta de brillantina y hombreras, la enciclopedia Larousse era una fuente privilegiada de conocimiento. Tal vez tenga que avisar a los lectores milenials de que por aquel momento no había Internet ni wikipedia. Es más, no había la más mínima sospecha de que todo ese mundo cibernético pudiera suceder fuera de la Ciencia Ficción.
Pero volviendo a la enciclopedia, la Larousse era, además, un símbolo de distinción socioeconómica como hoy puede serlo el último modelo de móvil, un coche de gama alta o un reloj de lujo. Y tenía el valor añadido de enriquecer verdaderamente a las personas de la manera en la que un reloj o un coche no pueden hacerlo.
Quién le diría a la Gran Enciclopedia Larousse, francesa y sabihonda como su antepasada enciclopedie , burguesa y sofisticada, que descendería de las almenas sagradas de las estanterías a los trasteros y al olvido.
El tiempo es insobornable con todo y con todos pero hoy accidentalmente recordé que hubo un momento histórico en el que el saber era enciclopédico y en papel.
Aquellos maravillosos mediados de los ochenta. Primera por la izquierda con la camiseta blanca de mi primer campamento
Con el tiempo, me he puesto de acuerdo en las escasas broncas que me echó mi padre. Su padrino, que vivía en Barcelona y trabajaba en una próspera editorial, nos nutría de libros y glosarios. Gracias a que había muchos libros en las estanterías del salón, comencé a leer frívolamente a Bécquer, a Quevedo, a Rosalía , a Cervantes y a Óscar Wilde sin el temor que provocan los escritores canónicos.
Pese a la nítida bronca de mi padre, algún año después seguí subrayando libros y escribiendo al margen de escritoras y escritores importantes. Seguí creyendo que los libros eran cuadernos pero algo aprendí porque solo seguí pintarrajeando sobre los míos.
23 de abril Día Internacional del Libro y de los Derechos de Autor. Día de Sant Jordi, San Xurxo, San Jorge, patrón de Inglaterra. Día de la muerte de Shakespeare y de Cervantes. Día del nacimiento de mi primer hijo.
Algúns dos que me ledes xa sabedes que estou preparando as oposicións de EducaciónSecundaria na rama de Lengua Castellana y Literatura: un dos motivos polos que apenas escribo no blog. Pero tampouco leo libros, vexo películas, fago deporte… As persoas que están neste proceso, ou aquelas que xa o pasaron, saben a elasticidade da palabra sacrificio: opositar é pospoñer a vida e os seres queridos, tanto como sexa posíbel, ata despois dos exames.
Por todas e cada unha desas renuncias, véxome na obriga de darlle a réplica á plataforma de interinos sindicada que está facendo campaña para pospoñer as oposicións de Educación en Galicia programadas para o 20 de xuño do 2020 por mor do coronavirus.
Temario Lengua Castellana y Literatura
Moitos dos ospositores sí que queremos oposicións no 2020, tan pronto como a crise sanitaria o permita. Se non é xuño, xullo, agosto, setembro, decembro. Esa plataforma non representa o sentir de todas aquelas e aqueles estudiantes que sairon da facultade de Filoloxía nos últimos anos e non acadaron entrar nas listaxes fixas nas que algúns, con máis sorte, entraron circunstancialmente, por motivos non académicos. Tampouco representa aos opositores que, despois dunha carreira no mercado laboral e distintos disgustos relacionados coa precariedade laboral, comezamos a preparar unha oposición aos trinta, coarenta, cincuenta anos. Este perfil é cada vez maior e dentro del hai moitas mulleres que buscan unha nova oportunidade cando comezan a liberarse das súas cargas familiares. Todas e todos nós levamos moitas horas, días e anos de estudo, pospoñendo os pequenos praceres da vida, roubándolle tempo aos nosos nenos e aos nosos maiores, e tiñamos a data de xuño do 2020 como a única posibilidade para acadar os nosos obxectivos.
Arquivos cos apuntamentos do ano 2020
A saúde é o primeiro
Pero todas as opositoras e opositores galegos que queremos oposicións a Educación no ano 2020 poñemos a nosa vida e a dos nosos por diante dos exames, por moita ansia que lle poñamos ao aprobado. Por eso paréceme moi sucio que a plataforma para defender os intereses particulares dos interinos que están nos primeiros postos das listaxes utilicen o argumento de que queren protexer a saúde de tódolos opositores suspendendo o proceso.
Selectividade sí oposicións, non?
Insisto, o primeiro debe ser a nosa saúde. Pero se a Consellería de Educación permite que os estudantes leven a cabo a proba de selectividade o 7, 8 e 9 de Xullo do 2020 por qué non as oposicións a Educacion? O único criterio para examinarse ou non facelo ten que ser o sanitario e debe ser unívoco. Se estamos preparados para facer unhas probas temos que estar preparados para facer outras garantindo a distancia social e habilitando espazos grandes, como recintos feriais, que eviten o risco de contaxio. Os exames de Educación sempre se fixeron por ramas: Economía, Galego, Matemáticas, Lengua Castellana, Francés…así que, por materias, tampouco somos tantos.
Non escoito a moitas nais chorando porque os seus fillos vaian contraer o coronavirus facendo a proba de avaliación de bacharelato de acceso a universidade (abau). Estou segura de que para todas elas a súa saúde vai por diante das súas brilantes carreiras.
Arquivos dos comentarios de texto realizados
Recomendaríalle a plataforma que deixe de falar polo conxunto de opositores, nos que estamos un grupo grande que con cada exame temos moito que gañar e nada que perder. E moito menos que se adxudique competencias que non lle corresponden como a de protexer a saúde dos opositores porque para iso estamos nós mesmos e as autoridades sanitarias coas que a Consellería de Educación ten liña directa.
Pataleta de interinos
Esta pataleta de interinos con vocación de interinos, porque tamén hai interinos que se esforzan en cada convocatoria por estudar para sacar a praza, tenme moitas reminiscencias cos iluminados que falan en nome de deus. Qué perigo! e qué demagoxia! Lémbrame tamén á época de exames no instituto: sempre había algún lacazán que non tiña estudado e que no día do exame chamaba ao centro cunha ameaza de bomba. Os perxudicados eran os que máis se esforzaran.
O Quixote de Cervantes ensinoume que esta inxustiza ben merecía unha saída para protexer a voz dos febles que máis se esforzan. Non entendo que un opositor non queira examinarse: é un paradoxo, o mundo ao revés. Os que estudamos medimos o noso sacrificio nas oposicións e suspendemos ata que o noso esforzo rinde froito e acadamos a praza. Por iso, cada convocatoria é unha oportunidade para conseguir os nosos obxectivos. Ogallá houbera oposicións tódolos anos. Eu xa suspendín tres veces pero non deixo de esforzarme e aprender para chegar ao aprobado.
Carta á Consellería de Educación
Fai uns días escribín unha Carta á Consellería de Educación para que tamén lles chegue a voz dos opositores que temos moito que gañar cos exames e nada que perder, somos milleiros. E hoxe, domingo 19 de abril de 2020, sairei arredor das 13 horas na cadena Ser A Coruña reclamando o mesmo dereito. Neste link deixovos a miña carta a Conselleira:
É increíble que a campaña disuasoria das oposicións veña de parte dun colectivo que ten a aprendizaxe e o ensino como o seu xeito de gañarse a vida.
Esta crise sanitaria, económica, educativa, emocional, esixe o mellor de todas e todos nós para reconstruir o equilibrio do mundo. Está ben defender os intereses particulares dentro da particularidade ( léase interinos consolidados nas listaxes) pero a sociedade ten que seguir protexendo, agora máis que nunca, a igualdade de oportunidades.
Poñámonos todos a estudar, que o coronavirus amaine o antes posíbel e que teñamos as oposicións a Educación en canto se poida.
Publiquei este artigo orixinalmente o 19 de abril do 2020. O 22 de abril a Consellería de Educación da Xunta de Galicia comunicou que aprazaba as oposicións ao ano 2021. Non entendo cómo Educación alimentou esta incertidume e mantivo a miles de opositoras e opositores estudando nesta coronacrise con rapaces na casa e problemas de todo índole se finalmente ían facer o mesmo que o resto das comunidades pero con semanas de retardo. A mesma conselleira, Carmen Pomar Tojo, fixo chegar a tódolos institutos unha carta o 8 de abril comunicando a súa vontade de manter as oposicións no 2020 ou achegar unha data alternativa ao fin do terceiro confinamento. Como opositora sigo sen entender que se alentara esta guerra de datas, intereses, expectativas. Xa dixen anteriormente que as datas de setembro, decembro eran viables para facer o examen e que moitas e moitos depositábamos nesa data a única esperanza para conseguir a praza como profesores de secundaria por méritos propios. Non se entende que se anulen un ano se en xullo sí se vai celebrar a selectividade. Tanto esforzo á merda. Non se me ocorre nengunha palabra máis elegante para describir o desenlace.
ladytasende 